Billita Franco era una mujer sumamente encantadora. Y no lo digo porque haya sido mi madre y se suponga que tenga que decir esas cosas. No, para nada. Ojalá yo hubiese heredado aunque sea un 25% de ese encanto. Ella irradiaba una alegría constante por todo lo que la rodeaba. Por las grandes y pequeñas cosas. Su risa llenaba todos los espacios...
Cuando le llegó el momento de la jubilación, en lugar de quedarse en casa "sin hacer nada como una morza", decidió que tomaría clases de inglés en la Universidad. Yo estaba tan orgullosa de mi madre. Lo interesante de esta anécdota es que sus clases de inglés nos acercaron mucho más todavía. Yo le explicaba las tareas y muchas veces (bastantes) hacía que sacara las calificaciones más altas.
Estas fotos se las tomaron durante una presentación en la cual tenía que explicar en Inglés lo que tenía en las tarjetas que está mostrando.
Si mal no recuerdo, también tomó cursos de cumputación, los cuales disfrutaba mucho, pues ella definitivamente era muy tecnológica.